Las revoluciones y los colores

En estos tiempos de la llamada guerra de cuarta y/o de quinta generación, uno prácticamente no sabe de dónde vienen los tiros. Antes uno se agachaba o se lanzaba en una trinchera y podía esquivar las balas. Pero ahora, las balas tienen otras formas y pueden ser tan terriblemente familiares como el periódico que leemos todos los días, o la publicidad emergente cuando entramos a un portal web. Hay quienes aseguran que ya se utilizan radiaciones electromagnéticas para inducirnos a comportarnos de tal o cual manera, por lo que escenarios como el de The Matrix o el 1984 de Orwell se quedaron cortos.

Por ahora, y mientras aprendemos a esquivar los nuevos disparos, quiero hacer una lista de autoaprendizaje con la serie de pasos que he podido identificar sólo con observar mucho de lo que nos está aconteciendo en Venezuela (y comparando con lo que ha sucedido en otros países). He pensado y leído mucho sobre el tema, pero el ocio por no poder salir de mi casa durante las guarimbas del 2014 estimuló mis neuronas y ahora, con el reciente intento en febrero del 2015 no hago más que confirmar lo que había concluido. Decidí organizarlo, para tenerlo por escrito y con algunas referencias para revisar (iré añadiendo nuevas cuando aparezcan, después que pasen los años y que la verdad finalmente salga a flote).

De acuerdo con lo que he observado, desde mi humilde posición de colector aficionado, no entrenado, he podido percibir el desarrollo de un guión que es más o menos así (hago referencias con enlaces en cada sitio):
  • Una vez que se decide que un régimen de gobierno no sirve a los intereses imperiales (es posible que esta frase prostituida desate pasiones o descalifique mi perspectiva), la sentencia y la condena pública comienza con críticas técnicas desde las organizaciones internacionales que siempre han jugado el rol de operadores políticos del sistema económico imperante (ONU, Banco Mundial, FMI, Parlamentos del G8, etc.) Indignados, acusan al país de oponerse al progreso mundial, dicen que su sistema económico es inviable, recomiendan recortes y dinamismo en las economías, en fin, un discurso de hegemones que tienen la verdad en la mano.
  • Siguen los pasos y se prepara el escenario opinático utilizando todos los medios de difusión masiva de los que se disponga y de todos los recursos que se tengan a la mano, aunque se argumente que a través de ellos sólo se habla de paz. En esta fase se utilizan hasta los recursos más increíbles. Lo importante es desatar las pasiones de las nuevas generaciones utilizando el viejo pero efectivo recurso de agarrarte las manos para inmobilizarte: “...fíjate, te están cercenando tus derecho a protestar...”. Este es trabajo de preparación del escenario y del tipo de mensaje que difunden como pólvora por las redes sociales para incitar a los fácilmente incitables jóvenes y adolescentes a que salgan a defender su derechos, cargados de consignas épicas como: “daría la vida por defender tus ideas”, “la libertad no tiene precio”, “con mis ideas no te metas”, “este régimen no puede contigo”,  “esta es una lucha por la vida”, etc. Frases increíblemente cursis, pero efectivas. Me dediqué en el 2017, al igual que en otras ocasiones, a coleccionar parte de ese carnaval comunicacional y lo pongo a disposición AQUI, para que lo revises y puedas confirmar, después que el tiempo ha transcurrido, que todas las predicciones e informaciones tipo "me lo acaban de confirmar..." son pura paja. Lo decepcionante es que aún siga funcionando bien este método tan desgastado.
  • Se define una fecha, que tenga algún significado simbólico y para que sirva como plataforma de lanzamiento de las acciones tácticas y agitadoras: una fecha de celebración nacional, mejor mientras más efímera y snobista sea, algo tipo: día de la libertad de expresión, día de la democracia, día de la juventud, o de la muerte de algún mártir por la libertad (mejor aún si el homenajeado cuenta como una “baja” en una actividad similar anterior). No importa si los mártires que se invoquen sean propios o ajenos, igual se acumulan en la consciencia colectiva y se explotan como propios de la causa, como víctimas de lo que se combate. Lo importante es alguna referencia de sufrimiento y muerte para tocar la fibra "libertaria" de los convocados.
  • A partir del comienzo de las acciones beligerantes (más bien bélicas), la improvisación organizada, aparentemente espontánea, es la que domina la escena. Se contratan agitadores, malandros de oficio que se mezclan con los pendejos que creen que van a defender su libertad y que se encargan de subvertir, disparar, tirar piedras y de meterle candela a todo lo que puedan, en lugares donde haya corresponsales de guerra que documentan todo en vídeo; a veces hay más fotógrafos que manifestantes. El centro del escenario lo cubren los medios de difusión. Pero si caminas y te alejas dos o tres cuadras del escenario, te encuentras con una realidad completamente diferente: viejas paseando sus perritos, niños montando bicicleta, parejas caminando y lateándose (esto no lo creía hasta que lo vi con mis propios ojos). Después te vas el fin de semana a la playa y aquello está atiborrado de gente cayéndose a palos y bailando en la arena. Mientras tanto, cuando no hay acción en las calles, los medios repiten y repiten los vídeos y los múltiples ángulos que grabaron cuando los agitadores estaban trabajando. Siempre hay un circo montado para las cámaras y los medios (si no hay escenario, pues lo construyen), para mantener en zozobra al resto del mundo y a quienes no se despegan del televisor.
  • Cuando las imágenes se transmiten al mundo, todos creen que aquello es un infierno y que la comunidad internacional debe intervenir. Te llaman los amigos desde afuera, preocupados, preguntándote cómo haces para sobrevivir en esa guerra, y tu le pides que hable un poco más duro porque estás en una fiesta y no escuchas bien ¿Una fiesta, cómo que estás en una fiesta? Bueno pajúo ¿Se te olvidó que fulano cumple años? Mañana nos vamos para la playa a seguir celebrando, voy a estrenar la camioneta que me compré. Vamos a aprovechar que suspendieron las clases por las guarimbas y nos vamos para la costa. De cualquier forma, las víctimas de las acciones violentas sólo cuentan para la propaganda de refuerzo que se hace permanentemente. De tal forma que si uno de los fallecidos en la violencia de calle es rolo de malandro, alguien que cualquiera de los protestantes hubiera preferido empalarlo vivo, por lo chavista que pueda haber sido o por sucio, ahora se convierte en una víctima de la represión y lo mencionan a cada rato como un mártir impoluto en la lucha por la libertad. Todos llevan pancartas, franelas y siembran cruces con su nombre, lloran su recuerdo. Por ejemplo, Juan Montoya era un chavista duro, pero para los guarimberos protestantes seguramente era el peligroso miembro de un colectivo armado que mataba estudiantes pacíficos. Después que unos funcionarios del Sebin le metieron el tiro, ahora es un mártir de las protestas, y hasta convocan una misa en su memoria. Es el colmo del descaro.
  • En este escenario es claro que las fuerzas mundiales del bien deben intervenir para resguardar a los ciudadanos: estos países se convierten en una amenaza para la seguridad del mundo (léase: intereses económicos de los EEUU). Se activan desde la ONU los procedimientos para iniciar un bombardeo humanitario con el que se destruye la infraestructura del país (intencionalmente, por supuesto, para reconstruirla después y cobrar por ello) y se asesina a la dirigencia que llevaba por mal rumbo al pueblo. Ahora sí es verdad que habrá paz y democracia para todos (así como en Iraq, Afganistán, Libia, Siria, Serbia, etc.). Con ayuda de los buenos, se instala a los carajazos un gabinete de gobierno que representa los intereses imperiales, perdón, de las mayorías, y se augura el inicio de un ciclo de bienestar para la población. Todos los medios de difusión refrendan eso con las imágenes que se transmiten repletas de paz y armonía (recuerdo las comiquitas durante el 12 de abril del 2002).
  • Una vez que se instaura el tan “ansiado” retorno a las libertades y a la democracia, a punta de bombardeos humanitarios, es obvio que de la imposición a los carajazos, lo menos que resulta es un país dividido en varios toletes: mientras más toletes, más fácil es para continuar con la estrategia. Pero si sólo salen dos toletes, uno de los toletes tiene fuerza suficiente para enfrentarse al otro y suceden cosas como las del 13 de abril del 2002 en Venezuela, donde la otra parte no se caló la imposición del dueño del circo (igual que en Iraq, Afganistán, Siria, Libia, Ucrania, etc.). En ese 12 de abril hubo tanta torpeza por parte de los payasos que actuaron en el show que resultó inédita la recuperación tan rápida del poder (en el escenario real, el que existía de verdad-verdad). En otros países la recuperación todavía no se logra, y aún cuesta sangre, vidas y recursos que no se recuperarán jamás. Pero así es la globalización, los considera daños colaterales, paralelos a un sublime fin ulterior. En eso estamos.
De esta lista de pasos que escribí, de esta estrategia, no vayan a creer nada, ni vean los vídeos o lean las referencias. Todo esto es parte de otro circo que acabo de montar en mi imaginación. Estoy convencido de que estamos condenados a seguir viviendo en un circo y no vale la pena indagar. Mejor vámonos para la playa.

Comentarios

  1. Será que en la playa no caen misiles o el uranio "empobrecido" no circula para Choroní o Cata???

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