El Voto Castigo

El síntoma más evidente de la falta de memoria es la puesta en práctica del voto castigo. Creo que el único voto castigo que pudiera no ser indicador de una memoria de corto plazo es cuando se castiga la línea política que está en ejercicio negándole el apoyo, pero, simultáneamente, no se le da el apoyo a la línea política que estuvo antes del actual y que también puso la torta.

En la alternancia de adecos y copeyanos la cuestión se volvía una castigadera, en combinación con una premiadera. El castigado por su pobre desempeño en una oportunidad pasada se mantenía fuera del juego por un período, dándole chance al otro de mostrar su ineptitud y merecer también un castigo. Se le niega el voto al equipo que está en el turno para castigarlo y al equipo que ya fue castigado, que sigue siendo igual de inepto, ahora se le premia otorgándole de nuevo el voto, ganado por castigo al actual. Se alternan los castigos y los premios para los mismos ineptos, en secuencia, a pesar de que su desempaño sigue siendo estructuralmente igual en cada ciclo y además malo. Se premia y se castiga al mismo grupo de ineptos, sólo que se hace con una mitad a la vez.

Como serían de malos que la alternancia llevó a que en las elecciones del 98 se saltaran del pernicioso ciclo acostumbrado y lograron que Chávez apareciera en la escena, con tremendo voto castigo para los dos por igual. Y confirman que son tan malos que confían en que la gente no recuerde todo lo que hicieron cuando se alternaban en aquellos ciclos de castigo-premio. Ahora se presentan disfrazados de nuevos, nuevos nombres, con los mismos programas y línea de pensamiento de entonces, pretendiendo ser la opción de castigo para la actual gestión de gobierno. Pensarán que han estado mucho tiempo fuera del juego y ya les toca el premio. A eso se acostumbraron.

Y entonces, el que está decepcionado porque las calles están llenas de huecos o decepcionado por la corrupción y la ineficiencia de las instituciones, le surgen dudas. El decepcionado, con toda razón, por un gobierno que no parece solucionar sus problemas del día a día, tiene la tentación de castigar al equipo actual y no se le ocurre mejor opción que hacerlo premiando al anterior. ¿A cuántos les habrá pasado por la cabeza saltar la talanquera? ¿Cuántos lo habrán hecho ya?

La diferencia fundamental entre el equipo actual y los anteriores es que con aquellos, tengo la plena certeza de que las cosas iban a seguir igual o peor. No había espacio político para un cambio, no existían alternativas y las condiciones de vida para el grueso de la población, sin duda, hubieran seguido en franco deterioro debido a la estructura de dependencia económica en la que sobrevivíamos. La firme intención de romper con ese esquema de dependencia intelectual y económica es justamente la diferencia con la gestión actual. El país que veo al final del túnel es el que quiero. La línea política de este gobierno apunta hacia allá.

Las calles pueden estar llenas de huecos. La corrupción puede desanimarnos a veces. Estoy convencido de que cuando podamos crecer de forma natural, libres de la obscena presión del explotador de nuestra sociedad y de nuestra economía, taparemos en calma esos huecos y le pondremos un cepo a la corrupción. Por esa razón, mi voto castigo podrá ir contra los ineptos del equipo actual, pero premiaré a quienes, dentro del mismo equipo, demuestren capacidad de trabajo, con la misma óptica que me permite seguir viendo ese país que quiero. Un premio al otro equipo, como castigo a este, sería mi propio castigo.

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