Países exportadores de recursos intelectuales


Las debilidades de nuestra estructura económica permite, además de la extracción inclemente de los recursos naturales (petróleo, aluminio, hierro, energía, etc.), también el arrase de nuestros recursos intelectuales. En una economía sana, como ocurre en cualquier país medianamente industrializado del mundo, la cadena de manufactura es la que agrega valor al producto interno bruto, es la que le da riqueza a la economía. Procesar la materia prima es, definitivamente, lo que facilita el crecimiento de una sociedad relativamente equilibrada, en donde todas las profesiones, desde el diseñador hasta los obreros, los prestadores de servicio y los educadores, los artistas y los investigadores, son igual de necesarias y todas tienen la posibilidad de recibir una fracción adecuada de la riqueza que se genera cuando se producen bienes.

En una economía tradicionalmente minera, como la nuestra, el producto interno bruto crece en la medida en que vendemos más materias primas. Recursos que se compran a un precio miserable que el mismo mercado de compradores industrializados impone ¿Qué significa esto? Bueno, que una economía en la que no hay demanda para emplear al grueso de la población, porque no procesa nada, las únicas profesiones que “valen” son las asociadas con el comercio: compra y venta de cualquier cosa. Las opciones que le quedan a la población son pocas, o eres obrero-esclavo o eres licenciado. En una punta o en la otra.

Para pertenecer al primer grupo, pues no hay que hacer mucho, sólo tienes que pertenecer a la clase deprimida económicamente, esa que una “mano peluda” ha mantenido marginada del proceso de educación porque siempre será necesaria la mano de obra barata (de eso viven los imperios). Para pertenecer al segundo grupo, necesitas la suerte de haber nacido en el estrato económicamente privilegiado de la nación. Eso te permite llegar con tranquilidad a una universidad, graduarte de alguna carrera que te permita ser jefe y luego, encontrarte con un país que necesita sólo obreros sin calificación (esclavos). 

Claro que hay excepciones, me refiero al grueso de la población. El que puede, ser gradúa de Jefe y el que no, se queda como mano de obra no calificada. Resulta que en Venezuela tenemos demasiados Jefes y no tenemos mano de obra especializada, nos sobran los Jefes y nos sobran los obreros no calificados. Vemos a las universidades públicas, financiadas con recursos públicos, graduando camiones de ingenieros que no caben en el deficiente aparato productivo de la nación. Necesitamos muchísima más mano de obra calificada que jefes para que los dirijan. Los Jefes, terminan siendo material de exportación para los países industrializados y nuestras universidades son la plataforma de lanzamiento del recurso intelectual de nuestro país (financiado por nosotros mismos).

Los obreros, a quienes no les queda otra opción que quedarse en el país, supernumerarios, forman parte de una sobreoferta de mano de obra no calificada, muy barata, lista para ser explotada. En pocas palabras: los que estudian se van del país y los que no estudian, se hunden en el país. Los que quedan en el medio, la inmensa mayoría, considerados como medio-educados, sin reconocimiento social por sus profesiones, justamente la mano de obra calificada que sería el corazón y músculo de cualquier economía, tienen que resolverse con las migajas de un aparato productivo inexistente. El que se queda en el país se tiene que conformar comprando a precios exorbitantes los productos que son manufacturados en los países industrializados, aparatos y maquinarias que se fabrican con la materia prima que les vendemos a precio de gallina flaca, en fábricas dirigidas por nuestros egresados, también exportados, y al precio del oro. Tremendo negocio. Tremendo sistema de explotación instalado en un mundo que parece haber sido diseñado.

Si nuestra economía estuviera equilibrada, los requerimientos de Jefes serían cubiertos con la producción actual, los requerimientos de mano de obra especializada serían también cubiertos. La mano de obra no calificada también tendría un espacio en el sistema de producción. Las condiciones estarían dadas para que todos fuéramos felices. Todas las profesiones le permitirían a todos los profesionales, un ingreso para vivir con dignidad, una profesión reconocida por la sociedad y seguridad para su familia, independientemente de su nivel de instrucción. Quedarían entonces para los "educados" pocas ganas de salir como otra materia prima más por los puertos de exportación.

Dos preguntas-reflexiones me asaltan: de este detalle, ¿No se dieron cuenta nuestros dirigentes? Y, ¿Será esta una circunstancia intencional?


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