La crisis venezolana


Viendo un poco alrededor de nuestro país, es decir, más allá de nuestras narices, me resulta difícil aceptar que aquí en Venezuela supuestamente estamos en crisis. Es posible que tengamos dificultades, pero, ¿En crisis? Esta palabrita se ha hecho muy famosa porque permite darle sustento firme a nuestras apreciaciones personales, así estén mas peladas que rodilla e' chivo. “Mi matrimonio está crisis...”, dicen, cuando se quieren ir con otra tipa y la esposa no se la cala. “Mi situación económica está en crisis...”, cuando no te queda dinero porque te lo gastaste todo en rumba, en el carro último modelo o porque no quieres trabajar. “Venezuela está en crisis...” cuando quieres salir de Chávez, no importa la razón, y el tipo gana que gana elecciones.

Al intercalar la palabra “crisis” en nuestro discurso automáticamente aseguramos la credibilidad del argumento. Venezuela ha estado en crisis desde que aprendí a hablar y entendí el significado de la palabra. Todos los payasos adecos y copeyanos utilizaban (aún utilizan) la famosa palabra para describir lo que vendría si no los alternábamos en el poder. Como nací en el período “democrático”, la escuché muchas veces por televisión y de boca de mis amigos, todos convencidos de que esta vaina se iba a hundir de un momento a otro. Los crisiologistas (aquellos que adornan sus argumentaciones con la palabrita) dicen, por ejemplo, que sus hijos pequeños sólo han conocido a un presidente Chávez desde que nacieron. Dígame si yo sacara esa misma cuenta con el ratón Mickey, o con Pichaco (así llamo yo al muñeco Pochaco junto a sus compañeros: maricopi el sapo y pajmarú, el imbécil malgeniado con un huevo en la cabeza; no los soporto). O sacara la cuenta de todos los goles que ha metido maltin polar en su vida de futbolista.

La verdad es que hay argumentos de argumentos, y también gente que los internaliza. Pero sin arrugarme mucho por la verdadera crisis manifiesta, producto de las colas en los restaurantes de Las Mercedes (Caracas), quitándome un poco las gríngolas, veo por encima del ojo otras crisis allende nuestras fronteras. Sin ir muy lejos. Veamos a la puta-madre patria (perdón por la incontinencia). Tienen varios meses (desde el 15/may/2011) pateando calle, vidrieras y policías, absolutamente indignados por la situación que les golpea la cara de una manera brutal. La realidad anestesiada que vivían se despertó. Un desempleo enorme, más dramáticamente alto en la población joven (>40%), imposibilidad de comprar o alquilar un hueco para dormir; obligados a convivir con sus padres y sin estudios ni trabajo o, peor aún, sin vislumbrar una chamba. Meses y meses protestando en la cagada de país que sus gobernantes han construido, y que además, se caga en ellos tomando decisiones a largísimo plazo a puertas cerradas, democráticamente, endeudados hasta las metras y bailando en el filo de una navaja. Todo un monumento a la crisis, como los músicos del Titanic. 

Al lado, su vecino de gente trabajadora por excelencia, en el mismo saco (PIGS los llaman), conducidos al matadero con estilo y verborrea política. Italia, con toda su tradición, lleva meses montada en la cuerda floja. Al igual que Grecia, Irlanda y otras sorpresitas europeas. Cómo estará la cosa que hasta en Israel está prendido el avispero, con unas condiciones económicas y sociales que no tienen nada que envidiarle a las tierras de las que escaparon buscando la prometida. La concentración y marcha de hace unos días fue un record, y apenas está comenzando. Parece que finalmente están abriendo los ojos, pronto se darán cuenta que quienes los dirigen los están utilizando y maltratando más que los mismos nazis.

Apenas quiero hacer mención al desastre económico y a la enorme crisis social que se viene en avalancha en el mejor país del mundo, la referencia obligada de democracia y libertad, al lugar donde puedes escoger, democrática y libremente, si te tomas una coca-cola o una pepsi-cola; si te fumas marijuana sintética o prefieres la tradicional; puedes elegir también, libremente, si te metes coca colombiana o el excelente opio que produce su gobierno en Afganistán, con ayuda del Talibán. También puedes elegir libremente entre instalar tu carpa-unica-casa en un parque público o en el desierto de Arizona, cuando te quiten la casa por no pagar la hipoteca. En fin, un gran abanico de opciones que el mundo corporativo pone a tu disposición para que puedas elegir con libertad.

Muchos venezolanos ya han tomado esa opción y son felices, han elegido libremente el MacDonals donde los explotan, el lavaplatos del restaurant de su preferencia, o el estacionamiento para dormir en el carro cerca donde trabajan. Han decidido libremente colgar su título universitario obtenido en la dictadura, así como su capacidad intelectual, para dedicarse a entregar su cuerpo y alma, a cambio de unos papelitos de fantasía que llaman dólares.

Por cierto, muchísima gente de los PIGS y de otros que están en salsa se vino al país en una época increíblemente dura para ellos. Ayudaron en buena parte a nuestro desarrollo (tengo algunas quejas). Pero sus descendientes, nacidos a buen cobijo en estas tierras y bien alimentados, con mucha frecuencia son de los que se la pasan hablando pendejadas del país, consumados crisiologistas a quienes me gustaría ver por un huequito pasando roncha en sus anheladas tierras ancestrales. Más de uno se ha devuelto, más de uno ha tenido que aprender la lección a los carajazos.

Es posible pues que tengamos una crisis, pero cuando me pongo a ver a mi alrededor, lo que me da es risa la palabrita.

 

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