La responsabilidad ambiental


El Estado, como garante del orden en la sociedad, está obligado por la Constitución a establecer las instituciones que velen por la salud del ambiente.

Estas cinco palabras: a)Estado, b)sociedad, c)Constitución, d)instituciones y e)ambiente, es posible que las percibamos como ajenas, como una responsabilidad y problema de otros. Son palabras que conocemos porque alguna vez las escuchamos en la escuela, pero de las que no siempre tenemos idea de lo que significan o lo que representan.

En términos sencillos, se pudiera decir que el Estado es el conjunto de las instituciones que poseen la autoridad y la potestad para establecer las normas que regulan una sociedad. Nuestra norma principal es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, un acuerdo social que fija las reglas generales de convivencia en el ambiente que tenemos.

Instituciones son, por ejemplo, las Fuerzas Armadas, la administración pública, los tribunales y la Policía Nacional, creadas todas a partir de la promulgación de leyes que establecen los límites y el alcance de la autoridad. No debe confundirse con el Gobierno que es el conjunto de ciudadanos que conducen y ejecutan temporalmente las funciones y responsabilidades del Estado. En nuestro país, la elección de los gobernantes se rige por la institución del voto democrático.

El ambiente no forma parte del Estado, es mucho más que el espacio geográfico. El territorio donde vivimos y una población regida por un Estado conforman una República, otra institución en la que se supone que se suplanta el “imperio de la fuerza” por el “imperio de las leyes”. Es decir, el ambiente es simplemente lo que nos permite sobrevivir como especie y poder formar una República. Si no cuidamos el ambiente, se nos acaba la vida y todo lo que de ella se pueda derivar.

Nosotros somos parte del ambiente. El ambiente es el terreno mío y el del vecino, es la basura que lanzo por la ventana del carro, los árboles que tumbo y el agua contaminada que arrojo sin consideración por cualquier quebrada. Yo soy parte del ambiente, al igual que tú y tus seres queridos. Si destruyo el ambiente, nos destruimos todos. Las consecuencias de nuestras acciones van convirtiendo a nuestro ambiente, lenta y progresivamente, en otro tipo de ambiente, uno en el que quizás la vida no pueda existir (como el ambiente de Marte, por ejemplo). Hoy día tenemos un ambiente que proviene del equilibrio logrado durante miles de millones años y en el que es posible la vida, al menos en la forma en la que la conocemos.

El equilibrio está roto. Con nuestra acción y omisión estamos destruyendo, lenta y progresivamente, todas aquellas condiciones climáticas (termodinámicas) que permiten nuestra supervivencia como especie en lo que nos queda del ambiente. La racionalidad y arrogancia que nos ha caracterizado como especie nos hace creer que somos seres superiores, que estamos por encima del ambiente y de sus “regulaciones”.

Pero el ambiente también tiene sus leyes, la primera de ellas dice: Si destruyes el hábitat en el que te alimentas, pues simplemente te mueres. Esta ley tiene tanta validez que no hace falta policía ni jueces para vigilar su cumplimiento o sentenciar una pena. No hace falta sentencia: te mueres y punto.

Dentro de la poca sensibilidad que nos queda como especie “dominante”, hemos legislado y creado una serie de instituciones que intentan hacer respetar la dignidad del ambiente al que llegamos por pura casualidad, apenas en el último instante de una evolución que lleva miles de millones de años. Tienen varios nombres, pero comúnmente se pueden agrupar como las “leyes del ambiente”.

En esas leyes se asignan responsabilidades y se establecen instituciones (a las que erróneamente llamamos oficinas), en las que funcionarios, autorizados por las leyes, velan por su cumplimiento (vigilan que se cumplan las normas) y establecen los límites materiales con los que se supone preservamos el ambiente, al menos por lo que sabemos hoy día. Las reglas establecen los límites de lo que se PUEDE o no se PUEDE hacer, en función de lo que se DEBE o no se DEBE hacer: DEBEMOS cuidar el ambiente para que PODAMOS sobrevivir en él.

Las leyes no son un antojo de las autoridades o de los funcionarios o del Gobierno. Es la única forma en la que podemos intentar sobrevivir a largo plazo junto a las otras especies del planeta. Lamentablemente, de esto no tienen consciencia ni los funcionarios ni los habitantes. Los primeros a veces convierten el ejercicio de su “autoridad” en beneficios económicos personales, por la vía de la matraca; y los habitantes asumen que las regulaciones (permisologías) son un estorbo y un desafío al ejercicio de su libertad personal . Al carajo el ambiente.

En Venezuela tenemos una serie de leyes que regulan sobre la materia. Hay bastante material en la web que analiza y detalla sobre la aplicación y el alcance de estas leyes, perfectamente pudiéramos encontrar la forma en la que cada uno de nosotros ayude a recuperar ese espacio que, lenta y progresivamente, estamos destruyendo.

Dejo aquí una lista con algunas de las leyes vigentes sobre el tema del ambiente:

Ley Penal del Ambiente (también un análisis de la Ley)
Ley de Bosques y Gestión Forestal
Ley Orgánica del Ambiente (2007)

La pelota la tenemos en nuestra cancha.

Comentarios

  1. Saludos Julio. Muy importante seguir insistiendo en la manera como vemos lo ambiental. Por ahora vamos a trabajar con el ecosocialismo y veremos si ese es el futuro para nuestro planeta....

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