Y llegó el CoronaVirus y mandó a parar


Podemos suponer que la indetenible rueda de la producción tiene tres componentes principales que la sostienen y la mantienen en movimiento: los insumos (las materias primas y el capital); la tecnología (del lado de la eficiencia); y la energía (los combustibles). Dentro de los tres elementos, de alguna forma están implícitos la mano de obra y el conocimiento. La primera, como la fuerza que realiza de forma concreta la transformación de los insumos y produce cosas; y la segunda como auxilio racional para mejorar el desempeño de los primeros.

También, la molienda de la producción tiene dos extremos: la entrada y la salida. El principio de conservación de la energía dice que esta no se pierde, sino que se transforma. Sale de alguna fuente, pasa por un sistema de conversión y termina con otras características, pero ya transformada en otra cosa. El agua almacenada en un embalse empuja una turbina y tenemos electricidad. El viento pasa por un molino y se convierte en movimiento. El átomo se pone a pelear con sus vecinos y obtenemos calor. Si todo lo que entra, sale, pues todo lo que salió debe haber entrado, según el principio aquel. Si hay algo que entra y no sale, la única explicación posible es porque una parte se quedó acumulada en algún lugar del sistema. Por el contrario, si algo de lo que sale no entró, es porque se exprimió de lo que ya estaba almacenado. Así funciona todo en la vida. Así lo proclama un tecnicismo. Y no importa si se cree o no en la técnica, así es como funciona la vida, porque en el fondo, todas las transacciones llevan implícita a la energía.

Si comemos más energía de la que necesitamos para sobrevivir, engordamos. Si utilizamos más energía de la que nos entra por la boca, enflaquecemos. La grasa en el abdomen y en las nalgas son las formas que encontró la naturaleza para almacenar los excedentes de energía y guardarlos para cuando no encontráramos comida. Así es la naturaleza. Y no importa si se cree o no se cree en ella, formamos parte de su sistema y de sus reglas. Nuestro comportamiento es el resultado de los principios que nos han moldeado hasta lo que hoy somos. Los marxistas llaman a esto el materialismo histórico.

Si aplicamos esa misma lógica para el análisis de la situación provocada por el Covid-19, la que anticipa que todo lo que entra debe salir, quizás podamos explicarnos mejor el peo en el que estamos metidos a largo plazo con esto de la pandemia y la cuarentena. Es muy simple: ese virus tan pequeño se atoró en la molienda de la producción y trancó los engranajes. Detuvo, nada más y nada menos, que a las hormigas obreras (a los proletarios del mundo, como dicen los marxistas) que mantenían todo el sistema y todas las dinámicas económicas en movimiento. Y lo peor de todo es que no fue gradual, sino de un solo coñazo.

Por ejemplo, de los noventa y pico millones de barriles de petróleo que en el mundo quemábamos por día hace un par de meses, no me extrañaría que en este momento se estén quemando menos de 30 millones. Si consideramos que el 65% de ese petróleo se iba en transporte y ya no hay tantos aviones volando, ni tantos carros paseando, ni muchos barcos moviéndose, porque los proletarios conductores están en cuarentena, el combustible que los movía no se está consumiendo. Por lo tanto, según la lógica del todo-entra-todo-sale, si sigue entrando pero no está saliendo, entonces se está acumulando. El sistema completo tiene que almacenar unos 60 millones de barriles diarios para mantener el ritmo acostumbrado, porque la producción de petróleo no se puede detener. Si se detiene, se rompe la dinámica súper compleja de la extracción minera. Los costos para recuperarla, en los reducidos casos en que se puede hacer de forma eficiente, son altísimos y toman mucho tiempo para reactivarse. Es decir, en este justo momento, las compañías petroleras no deben tener la menor idea de dónde coño van a poder almacenar un chorro de petróleo que no quieren detener de un solo guamazo, porque no hay tanques suficientes para guardar 60 millones de barriles cada día, ni en los tanques que tienen, ni en las tuberías, ni en los barcos que los transportan a diario. Deben estar con el petróleo hasta el cuello y la única opción que tienen, lamentablemente, es detener el chorro. Y ya sabemos lo que esto significa. Les está pasando a las grandes petroleras del mundo lo mismito que le hicieron a Venezuela, que como consecuencia de las sanciones, no pudimos vender nuestra producción y entonces, para no ahogarnos en petróleo, estuvimos obligados a detener la extracción, con todas las consecuencias técnicas y económicas que eso nos ha traído. Vade retro.

Exactamente igual a lo que pasa con el petróleo, le sucede a todas las otras actividades de la economía globalizada. Los niveles de producción dependen directamente de los niveles del consumo. Debe existir un balance muy cerrado entre lo que se produce y lo que se consume, porque en un mercado de escala planetaria no es posible almacenar los excedentes por mucho tiempo. El consumo debe ser estimulado permanentemente para que todos coman del movimiento de la molienda; unos más que otros, claro. El chorro de salida no se puede detener, porque no hay semejante capacidad de almacenamiento. El problema entre los niveles de producción y consumo de la economía actual no es tanto que no se venda lo que se produce, sino que no se venda lo suficientemente rápido como para mantener en equilibrio el movimiento.

Así como le pasa al petróleo y sus derivados, el mismo desequilibrio (y desesperación) le pasa a todos los otros sistemas, como el de producción y distribución de alimentos, el de automóviles y repuestos, el de ropa, el de casi cualquier cosa que se consuma y que no pueda ser conservado y/o almacenado en una escala planetaria. Los depósitos deben estar hasta el cogote y la única forma de no ahogarnos en peroles que no se consumen es deteniendo la producción. Un montón de gente que vive de su trabajo continuo en líneas de producción de todo tipo, desde la extracción de los minerales hasta el comercio de productos terminados, está encerrada en su casa. Parece mentira, pero la dictadura del proletariado se hizo realidad gracias a un bicho tan pequeño que ni lo vemos. Por ahí leí que ningún virus puede hacer la Revolución, pero tampoco podemos dejar la Revolución en manos de un virus.

Lo único que quizás se esté moviendo ahora son las moliendas farmacéuticas y la de insumos médicos. Y se me ocurrió que también las funerarias, aunque han perdido la oportunidad de muchos clientes porque tampoco tienen la capacidad de asumir un aumento tan desproporcionado en el consumo, la lógica de todo-entra-todo-sale funciona igual en los dos extremos. Las dolorosas imágenes que hemos visto con acumulación de cadáveres en países hermanos es algo para lo que estas generaciones no estamos preparados emocionalmente. No es un chiste, es una tragedia.

Y entonces, ¿qué será lo que nos viene?

Si todo se detiene: las existencias se pudren o se desvalorizan, la gente se queda sin dinero para consumir y sin suministros para comprar, la energía deja de fluir y al igual que todos los otros sistemas de producción a gran escala, demorarían mucho para reactivarse; y si al final la gente pierde la esperanza, entonces es posible que hayan más muertos por la hambruna, el conflicto social y la desesperación que por la misma pandemia (este amigo piensa algo parecido, aunque desde otro ángulo). Me da miedo admitirlo, pero creo que vamos hacia allá. Las medidas desesperadas de inyección de capital (la regaladera de real, en criollo) que los Gobiernos del mundo (EEUU, EU, RU) están haciendo son para intentar retomar o mantener el consumo, para que levante o al menos no le metan un frenazo a la producción. Más o menos lo mismo que viene intentando el Gobierno venezolano desde hace tiempo para estimular la producción local, pero que aquí se ha traducido en compradera de dólares, especulación y corrupción. En el mundo "civilizado" esos son auxilios a la sociedad, mientras que en Venezuela el Bono de la Patria es pura emisión inorgánica que genera inflación ¿Y es que acaso pensamos que los venezolanos somos los únicos lambusios, especuladores y corruptos? Ahora, el salvajismo al que nos han inducido en el país desde afuera es de escala planetaria. Ya no hay para dónde correr; a menos que nos mudemos a la Luna o a Marte. Ahora todos en el planeta estaremos sometidos por la fuerza a las terribles condiciones económicas y de tensiones sociales que nos han impuesto desde hace unos 5 años para acá a los venezolanos. Ahora, todo el planeta va a tener que bailar joropo junto a nosotros. Saldrán a flote lambusios, especuladores y corruptos de todas las nacionalidades, unas condiciones que creíamos eran exclusividad de nuestro gentilicio. Aunque tenemos una ventaja sobre el resto: aquí llevamos varios años zapateando.

¿Y por qué esto que hoy le pasa al mundo, se parece tanto a lo que le pasó a Venezuela?

Muy sencillo: por culpa del encierro obligado, quienes compraban ahora no pueden hacerlo, y quienes vendían tampoco pueden hacerlo. La rueda se detuvo. En Venezuela nos cortaron la posibilidad de vender nuestra única producción y el único medio de financiamiento con el que comprábamos insumos, con la intención de torcer nuestra voluntad política. Es decir, nos cerraron las salidas y con eso nos cortaron las entradas (el CoronaVirus cortó las salidas y apagó las entradas). Nos pusieron a pasar roncha y nos prepararon, y hemos aprendido a resistir. Pero resulta que la roncha también le llegó a nuestros verdugos y vean en qué berengenal están metidos: aquí, aquí, aquí, aquí, etc....

Creo que llegamos a una encrucijada decisiva para la humanidad. Soy de quienes piensan que si seguimos por el camino al que estamos acostumbrados, inevitablemente terminaremos en otras pandemias o en un holocausto nuclear. Esta terrible situación ha servido para que mucha gente reflexione, para que aprenda a valorar lo realmente importante de la vida; para desatar oleadas de solidaridad que hasta hace poco eran impensables; necesitamos que esa actitud también alcance la escala planetaria. Un poco de gente orando y haciendo plegarias para que Dios nos perdone y nos devuelva la normalidad. No joda, Dios debe estar arrechísimo con nuestra indolencia, nuestra insensibilidad, nuestros desatinos y nuestra habladera de paja mientras destruimos su creación. En lugar de estar pidiendo perdón, lo que debemos hacer es aceptar la responsabilidad y mirar a nuestro alrededor la cantidad de mierdas que le tiramos al planeta, todo en nombre del progreso y un supuesto bienestar que no le llega a más del 30% de la población. Debemos revisar nuestra actitud individual y cómo perjudica colectivamente a los demás, eliminar de una vez por todas la tiranía económica que nos lleva de guerra en guerra, mientras nos mantienen como engranajes de un sistema de producción que sólo beneficia a sus dueños y nos explota a todos. Se les trancó el negocio, por eso están desesperados por arrancarlo de nuevo; dicen que para salvar a la humanidad.

No es posible que un futbolista o un artista acumule miles o millones de veces más riquezas que un maestro o un médico, que haya gente muriéndose de hambre mientras otros botan la comida, que los mayores negocios sean los ilícitos, que la venta de armas, drogas y tráfico humano sean actividades más lucrativas que la producción de alimentos. Demasiadas cosas invertidas, demasiados contrasentidos, demasiados desequilibrios, demasiadas injusticias, todas acentuándose mientras seguimos embelesados creyendo las pendejadas que nos inoculan desde los medios, esas imágenes de un mundo estéril que no existe para miles de millones.

El peo apenas está comenzando, no nos engañemos, lo que viene es peor de lo que suponemos. Pero tendremos la oportunidad de cambiar el rumbo de la humanidad hacia algo que sea de provecho para todos. Las cartas están echadas.

Comentarios

  1. Sin desperdicio,y aterrador, no muchos lo entenderán, no soy optimista

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  2. Hacernos responsables y dar el aporte en consecuencia es el camino a la reconciliación con el origen. Una vida en plenitud en armonía con lo que nos contiene. Siempre hay tiempo lo único que el cambio a los seres humanos nos cuesta, dejar de estar en automático y ocuparnos en identificar que es lo que realmente queremos, el universo tiene todo el tiempo, cual es el tiempo de ser en nosotros???

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