El sueldo mínimo y el dólar en nuestra economía

Otra vez el tema del dólar nos perturba la tranquilidad y de paso nos seca el salario. Todos desesperados tratando de sobrevivir, con casi un cuarto del sueldo que teníamos hace unos 6 meses y unos precios que se multiplicaron por otro tanto. Que si el Gobierno no hace nada, que si la corrupción, que si el dolartudei, que si las protestas, que si todos esos fantasmas juntos saliendo de nuevo desde aquel vocabulario que habíamos abandonado en el closet. Qué vaina que estemos en las mismas, sobre todo después de haber agarrado ese respiro durante casi un año por ese impulso que nos mantuvo relativamente estables. Estamos arrechos otra vez, y con razón.

En esta oportunidad, al igual que en todas las anteriores, el problema sigue siendo que no tenemos claro quién es realmente el culpable o el verdadero responsable de la situación. Si hay alguien de la administración pública que en este momento no esté arrecho, o con ganas de renunciar o protestar por la cagada de sueldo que recibe, entonces es un enchufado, sin dudas, tiene entradas “extra”, contratos o bonos especiales que vienen con la discrecionalidad de algún funcionario en cargos de gobierno. Ahora, una cosa es estar limpio y arrecho, y otra muy diferente es seguir con la cantaleta de “Maduro vete ya”, llegó la hora, o que nos hicieron trampa en las elecciones ¿hasta cuándo tendremos que calarnos esa lloradera inútil? Particularmente no sé si fastidia más estar limpio o escuchar el mismo pregón desde hace 23 años.

Quiero revisar de nuevo el escenario sin caerme a cuentos. Hay dos condiciones externas a nuestro país, sobre las que no tenemos mucho control por cierto, pero que fijan la base económica de nuestro sufrimiento interno. La primera es esa que mentamos “inflación en dólares”: los precios suben en bolívares, pero también en dólares; decimos. Y es verdad. Claro que todo está subiendo y encima va a subir más; y en dólares ¿más caro que el mercado regional? Sí, también, porque ademas nos clavan fletes de bloqueados, no sólo de los productos importados, sino de los locales, porque dependemos de insumos importados para producirlos. De las principales consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania como parapeto de la OTAN, una es que los alimentos y la energía se han encarecido brutalmente en el mundo por la escasez, de esa zona salían muchos granos, fertilizantes y energía para el planeta entero, los que ahora, por sanciones suicidas y/o por los tiros de la guerra no lo pueden hacer. Lo más terrible de la situación es que apenas está comenzando el desastre de suministros a escala mundial, es decir, lo que viene es peor de lo que estamos viendo. La otra condición es que por culpa del fulano “bloqueo”, ese que alegremente promocionaron quienes hoy quieren prender de nuevo la mecha de la subversión, ha logrado que los ingresos del país se caigan al suelo y no tengamos cómo cubrir los gastos (lee AQUI y si tienes más tiempo, lee AQUI). A los incitadores de oficio les está pegando ahora en el bolsillo las consecuencias de la basura que vendieron antes como solución única. Es muy típico nuestro que ahora digan que nadie dijo lo que dijo, yo no fui, ni creer que esas sean las causas del desmadre actual. Suena fácil patear la olla y después culpar al cocinero por la sopa regada. Mejor infórmate.

Ahora veamos algunas de las condiciones internas. Realmente incomoda que uno tenga que pasar roncha debido a las condiciones externas, no hay muchas opciones y no toca otra que aguantar. Pero es el colmo que encima nos tengamos que calar a diario exhibiciones de vida ostentosa que no lucen muy cónsonas con la situación frecuente de crisis interna. Yo puedo entender que nuestros nobles comerciantes, que dolorosamente venden peroles importados a dos, tres, diez y cien veces el precio al que compran en el mercado mundial (bodegones, ropa deportiva, electrodomésticos, etc.), puedan pagar un contenedor de remates y lo vendan luego como la última moda. Sospecho que por eso puedan tener utilidades con las que ruedan en camionetas que valen más que una buena quinta. Son unos lambusios, sin duda y sin perdón, pero eso es perfectamente válido en nuestro maravilloso sistema capitalista: es más fácil hacer billete vendiendo espejitos o servicios simples que estudiando como un pendejo para ser un profesional. La única forma de contener esos abusos sería con una buena política impositiva, que peche los ingresos en relación con la inversión, pero ya sabemos que con este relajo de los pagos en cualquier modalidad, las cuentas ni siquiera pasan por la contabilidad. Es muy difícil hacerle seguimiento a ese tipo de enriquecimiento. Pero el otro enriquecimiento, del que estoy seguro sería más fácil indagar, es el que nos exhibe una cuerda de parásitos del Estado, incrustados desde el Gobierno en cualquier especie de funcionario, malandro, contratista, amante, amigo o cualquier bicho de uña que tenga un pana que le consiga las oportunidades y le saque los reales. No para hacer un buen trabajo y cobrar, que sería válido, sino para guisar contratos sin trabajar o cobrar comisiones por cosas que no existen o servicios que no se prestan; o servicios que no se necesitan o no son prioritarios, pero se pagan. A estos bichos lo que les falta es Contraloría y Fiscalía, ganchos para que puedan mantener las manos fuera del erario público. Por eso incluso pienso que las verdaderas protestas por la situación económica deberían ser en la Fiscalía o en la Contraloría, porque no es un tema de salarios justos sino de injusticia social, de nada sirve ir a protestar en Ministerios que están quebrados, porque dependen del Estado que también lo está. Hay que protestar es para que metan presos a las sabandijas y al menos sea mejor repartido el sacrificio de todo el país.

No se puede subir un sueldo mientras no produzcamos la riqueza que hace falta para pagarlo, he tratado de explicarlo antes analizando las debilidades de la indexación propuesta, y quizás ni yo lo haya entendido bien, pero sospecho que si no recuperamos los ingresos por venta del petróleo o de otro activo que esté más o menos al mismo nivel, seguiremos en el suelo, al menos a corto plazo. Levantar la producción de bienes y servicios es la verdadera solución pero eso toma tiempo, y pasa por entender de una buena vez que para generar riquezas y tener un sueldo digno hay que trabajar y producir de verdad, algo que no se parece en nada a lo que hemos venido haciendo desde hace 100 años cuando explotó el Barroso. En nuestra economía sui generis, no tan productiva y dependiente de insumos extranjeros, cualquier Bolívar de la masa monetaria que exceda el requerimiento mínimo de pagos internos, ese fondo mínimo requerido al menos para pagar salarios y gastos domésticos, pues se convierte automáticamente en dólares. La compra y venta de dólares (el intercambio de manos) se puede hacer sólo hasta la cantidad de Bolívares que tenemos en el circulante y ahí está el tope, con los disponibles no sería posible comprar todas las reservas que tenemos, una vaina loca que sólo pasa en este país. Es decir, no se pueden comprar más dólares porque no hay más Bolívares para hacerlo, cuando en un sistema de reserva convencional lo “normal” sería que el circulante sea menos de un 10% de las reservas. Cuando los bancos emiten deuda en base a sus reservas, estos aumentan el circulante y se pueden comprar más dólares, por eso el Gobierno les tiene montado el encaje legal más alto de la región, y el argumento simplista de los economistas es que eso bloquea el crédito y paraliza la producción. Claro, bloquea la producción de dólares, en lugar del financiamiento para producir comida, por ejemplo. Más que levantar la producción, la salida mágica seria encontrar una forma de evitar que los aumentos en el circulante no se conviertan en aumentos en la demanda de dólares. Venezuela es más una tienda que una fábrica, el aumento de los sueldos estimula el consumo de bienes que terminarían siendo importados, porque a nuestros "empresarios" les resulta más fácil y rentable importar que ponerse a producir.

Así pues, la mareadera que tiene el gobierno con el tema del aumento de los salarios es porque no puede hacer absolutamente nada: está trancado el juego. Y encima, vienen tiempos más difíciles. La verdadera solución pasa por aumentar nuestra productividad personal y aumentar la producción del país; y meter presos a los chupasangre. La otra solución es tumbar al gobierno, montar a un títere y entonces el mundo abriría las compuertas del financiamiento porque se habrá recuperado la democracia. Y los sueldos seguirían igual, no nos engañemos, a menos que el titiritero sea tan pendejo como para darle un salario digno a un trabajador que ya se acostumbró a ser esclavo. Así que mejor vayamos a producir algo por cuenta propia.

Actualización al 18/abril/2023:

Era necesario mencionar la cruzada anticorrupción que arrancó poco después de haber escrito esto. Dicen que son peleas entre bandas, pases de factura, reclamos dentro de los grupos mafiosos, un montón de explicaciones que terminan por concluir que este país, con esos carajos robando así, es mejor que el último apague la luz. Y pienso yo, con ese bojote de corruptos presos, ¿no será que el país quizás se pueda rescatar en lugar de autoconvencernos más de que nos jodimos porque esa gente estaba robando? Según esta lógica, pues sería mejor que estuvieran libres y robando, porque entonces no pensaríamos que el país se jodió y conservaríamos la esperanza, y no como ahora que las "perdimos". Es complicada nuestra opinión colectiva. Lo cierto es que le han puesto los ganchos a una cuerda de parásitos que llevan rato haciendo desguace con los recursos públicos aunque no en las cantidades que dicen, porque no sé de dónde salieron con la producción petrolera en el suelo. Pero sí es cierto que llevan rato viviendo la vida loca que le quita a uno las ganas de seguir en esta pelea. Yo personalmente me alegro por esas acciones, al menos tendrá que haber una renovación de cuadros que permita reflotar a la Revolución o seguiremos acumulando arrecheras y frustraciones, como los de la oposición.


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