La macroeconomía en Venezuela

Los indicadores económicos en Venezuela arrancan de un piso que da vergüenza. El indicador sacrosanto del dolartudei es una referencia, supuesta y originalmente forjada en el valor del intercambio en la frontera cucuteña entre nuestros bolívares y los pesos colombianos, para calcular luego la cifra mágica del paralelo que nos ahoga a todos. De ahí se agarra cualquier comerciante para explicar y justificar cuánto le cuesta comprar todo lo que vende, así sean alpargatas o jarabe de culebra ciega. Así haya importado todo con dólares preferenciales, la macroeconomía la dicta la aplicación verde en su celular.

Ese valor de transacción en la frontera es la combinación de: una negociación ilegal (contrabando y narcotráfico); orquestada por una organización ilegal (paramilitarismo y guerrilla); aupada directa o indirectamente por un Estado vecino (abandono legal del territorio, es decir, ilegal); y quién sabe qué otra mano peluda estará también contribuyendo ilegalmente a nuestro principal "marcador" económico.

El diferencial no tiene nada que ver con intercambios comerciales, porque no se originan en un intercambio real de bienes, se establece (aprovecha) convenientemente y sin regulaciones (zamuro cuidando carne) para rebajar el pago miserable con el que se explota a pobladores fronterizos sin trabajo, junto a organizaciones delictivas, para que contrabandeen insumos subsidiados desde nuestro país (gasolina, cesta básica, etc.). Es decir, los estímulos para modificar la tasa de cambio son aumentar las ganancias del financista y aupar el contrabando. 

Tampoco la tasa está en función de la oferta y la demanda de divisas en Venezuela porque tanto la oferta, así como la demanda, son difusas y no son cuantificables: ¿cuál es la demanda real y cuál es la oferta real, cómo se calcularía? Ambas, oferta y demanda, están dispersas en las manos y las necesidades de quienes utilizan este marcador sólo como referencia para transar, pero nadie sabe realmente cuántos dólares se transan, cuántos hay disponibles y cuántos se necesitan, tal y como debería ocurrir en un mercado convencional transparente y legal, en el que se equilibrarían la oferta con la demanda porque todos tendrían la información completa (así dicen que son los mercados).

Tampoco es un valor ponderado sobre el total de lo que se transa. En ese indicador no se contabiliza ni se toma en cuenta lo que el Gobierno entrega por las vías legales y que también es parte de la oferta, más aún cuando el mayor porcentaje de divisas va por la vía oficial. En esencia, lo que dice dolartudei, con su "promedio" calculado sólo entre los malandros especuladores, es más o menos algo así como que el precio del día, por el que se rige toda la economía de nuestro país, es en lo que uno de esos choros ha logrado vender sus dólares, así hayan sido $5. Lo que realmente hay es la desesperación por alguna necesidad de comprar, junto a la especulación en la tenencia para vender; aprovechados ambos por una mano peluda que mueve el indicador. Un marcador perverso de economía de guerra impuesto alegremente y sin controles: una máquina de extraer riquezas a costa de empobrecer a todo un país. Eso es dolartudei. Esa acción es nuestro principal enemigo en esta guerra.

¿Por qué bachaquean en la frontera? ¿por qué se llevan los productos desde Venezuela para revenderlos en Colombia? Supongo que será porque allá escasean ¿Cómo que hay escasez en Colombia? Supongo entonces que será porque el Estado colombiano no se ocupa de asistir a esa inmensa parte de su población (porque no puede o no quiere) y parecen no haber fomentado “indicadores macroeconómicos” adecuados que estimulen la producción localmente (allá parece ser que el dinero y los indicadores económicos son sólo para combatir el negocio de las drogas, a punta de comprar armas). Esa desatención por parte del Estado colombiano (quizás no les interese, o les interesa que ocurra lo que está ocurriendo, porque así no se ocupan de la zona y de paso contribuyen a tumbar nuestro Gobierno), determina que no haya comida, ni insumos, ni trabajo para esos millones de abandonados, quienes no encuentran otro oficio mejor ni más productivo que dedicarse al contrabando desde Venezuela para subsistir, bachaqueando comida subsidiada por Venezuela, organizados y acosados en su accionar por los paramilitares, y contribuyendo con su oficio en un buen porcentaje del dolartudei ¿Son unas ratas los contrabandistas? No lo creo, estoy seguro que lo hacen para no morirse de hambre, aunque en la forma más cómoda; son gente abandonada por su Estado. Pero ese problemita no debería ser nuestro, debería atenderlo el mismo Gobierno colombiano que habla paja de nuestro modelo económico y protesta por los derechos humanos de los guarimberos.

¿Los paramilitares son unas ratas? Claro que lo son, sus acciones no dejan dudas al respecto. Pero no creo que su profesión haya sido vocacional. Las enormes presiones económicas, sociales y políticas que han fomentado los sucesivos Gobiernos de su país han sido el crisol de lo que hoy son; son la consecuencia de un Estado que los abandonó y los forzó a sobrevivir en un ambiente del sálvese-quien-pueda, en el predominio de la ley del más fuerte, en donde el precio por tener respeto y solidaridad se establece con la vida misma. Es decir: yo te respeto y soy solidario contigo mientras no tenga la menor duda de que tu me respetas y eres solidario conmigo. Si llego a dudar, te mato. Si no estás dispuesto a resolver las cosas a tiros, pues también te mato. Si no compartes mis ideas, te mato. Esas circunstancias de vida, de generación en generación, arrancan los sentimientos de amor y respeto por el semejante, los despoja de humanidad, se trata de mi vida o la tuya. En esos términos creo entender que se manejan.

Esa insensible determinación a la supervivencia es la que motoriza la organización de cualquier actividad, por lo general ilegal, que también se aprovecha en la tasa dolartudei. El narcotráfico, otro negocio que no nos pertenece, sirve para llevar la tranquilidad social y emocional al principal consumidor del mundo: la quimera de los Estados Unidos. Toda Latinoamérica está sumida en guerras, ahogada en sangre y desaparecidos, golpes de Estado, traficando con armas, poniendo los muertos para las matazones entre pandillas, corrompida con dólares, comprando con diferenciales cambiarios distorsionados (incluyendo el nuestro), sufriendo deformaciones en nuestras economías, lavando dinero, construyendo paraísos fiscales, etc., sólo para satisfacer la incesante y siempre creciente demanda de tranquilizadores de consciencia (entiéndase estupefacientes y psicotrópicos) que necesitan en el norte para no darse cuenta de lo que realmente son y en dónde están. Paradójicamente, es el principal destino que prefieren nuestros recursos intelectuales, es la Meca de nuestros jóvenes ya formados que huyen a buscar oportunidades de crecimiento y futuro en el país que les roba el futuro y las oportunidades en donde nacen. Qué irónico.

Es decir, el intercambio de divisas para el 5% de nuestra economía, y que arrastra al otro 95% (que sale de la venta del petróleo), está determinado por las inmensas actividades ilegales que acabo de mencionar ¿Cuántas más son?¿Quiénes controlan estas actividades?¿a quiénes favorecen estos diferenciales?¿hay o no hay guerra económica?¿de qué tamaño es la mano peluda?¿Cuántos funcionarios de ambos países participan en este juego?

La compra y venta de dólares baratos es un cuchillo al cuello que movemos de un lado al otros entre todos, muchos sin la consciencia de que lo hacen, otros que se pasaron la consciencia por el trasero, y otros por pura necesidad de supervivencia. Peor aún, nos ponemos a pelear entre nosotros, los jodidos de siempre, y no hacemos el esfuerzo por descubrir al verdadero enemigo que nos exprime, ese que saca los dividendos y que nos tiene pariendo a todos.

El asunto es que vamos cuesta abajo en la rodada y habrá que poner un torniquete dentro de poco.

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