La administración de la producción

Es claro que la Administración, entendiéndola como una ciencia que pretende organizar el esfuerzo de un conjunto de tareas dentro de un sistema, surgió como respuesta necesaria a la complejidad creciente del aparato de producción mecanizada que llegó con la industrialización, allá por los tiempos de Adam Smith. Sin embargo, a mi entender, toda esa separación tan efectiva entre el resolver y el hacer convertida en producción, no se hubiera podido realizar sin la lubricación del aceite que salía de las piedras. Me explico.

Sin discutir o cuestionar la efectividad de un modelo de producción como el "fordismo", por ejemplo: la separación, la división de las tareas entre el resolver y el hacer. Ese método que redujo la habilidad requerida para emplear a un obrero casi a infrasapiens, y que catapultó la productividad del conjunto, ciertamente fue posible por un trabajo científico de organización y administración. Pero, sobre todo, a la introducción oportuna de la maquinaria que se movía gracias a la energía de los hidrocarburos. Mi visión como ingeniero no me permite separar estas dos situaciones y sí me sugiere poner a una como predecesora de la otra, en términos de importancia. De hecho, es mi opinión que la explosión de la productividad se debe sólo a la confluencia de la racionalidad tecnológica junto al aprovechamiento circunstancial de la energía concentrada que sigue llegando con el petróleo. Las ideas sin energía no se hubieran transformado en productividad. Así como el Renacimiento nunca hubiera sido posible sin la enorme inyección de riquezas que se produjo con el saqueo de América. Basta con revisar las líneas de tiempo para confirmar la precedencia de unos eventos sobre los otros, la ubicación de hechos históricos clave que se convirtieron en desencadenantes de los sucesivos. La causalidad, la llaman.

Como consecuencia natural de esa simbiosis continuada, el mismo sistema de producción a gran escala, independientemente de que sea capitalista o no, no importa, es a su vez inherentemente dependiente de grandes cantidades de energía. Así que cada vez que se sustituye un brazo humano por una máquina o por un automatismo, podemos suponer que estamos y seguimos ayudando a consolidar nuestra dependencia de los hidrocarburos. Esa imposibilidad natural traté de explicarla aquí.

La enorme dependencia tecnológica y energética es parte de mi crítica al modelo de concentración de los esfuerzos, organizados o no, bien administrados o no, para lograr las economías de escala que tanto se promocionan como la solución al desabastecimiento y al bienestar futuro. Si bien es cierto que la división del trabajo individual logra elevar la producción, en detrimento de la técnica individual y algunas cosas más, estas y otras consecuencias no son más que resultados perversos de un sistema ya pervertido desde su origen. No se trata de elevar la producción, sino de hacerla más eficiente en términos globales de energía y de recursos. Es lograr lo mismo con menos. La producción industrializada no debe pasarle costos a las generaciones futuras y eso es justo lo que hace cuando se vuelve más dependiente de la energía de los hidrocarburos. En términos energéticos, liberar el trabajo físico de un obrero es sustituirlo por el subsidio de un combustible. Y eso, considerando al ambiente como un todo, no es eficiente desde ningún punto de vista. Las únicas herramientas que ayudan al trabajador y mejoran su desempeño en forma realmente eficiente son las manuales. Cualquier automatismo efectivamente mejora la productividad de un obrero especializado, sin dudas, pero para realizar la tarea, el conjunto: obrero-máquina-combustible, emplea más energía para lograr el mismo resultado. La diferencia está en que se hace más trabajo en menos tiempo y usualmente el producto final es mejor; pero, insisto, se gasta más energía. Adicionalmente, no olvidemos que el obrero eventualmente será desplazado y sustituido en algún momento, cada vez más será un apéndice de las máquinas, y según señalan los entendidos, la tendencia aupada por la tecnología es a relegar al obrero a tareas cada vez más simples, cada vez con menos participantes y cada vez más infrasapiens.

¿De qué se tratan entonces la administración de la automatización y la producción a gran escala? ¿De la sustitución progresiva y masiva de obreros, o de la administración ineficiente de los recursos del planeta?

Mis preguntas van en el sentido de la futura repartición de tareas, una vez que nos acerquemos a la utopía cinematográfica de las máquinas satisfaciendo todas nuestras necesidades, asistidos por la tecnología ¿Quién se encargará de sacar la basura? ¿tendremos obreros que por vocación propia se encarguen de recoger el reguero, mientras otros nos dedicamos a leer y a escuchar música? ¿cómo se decidirá a qué grupo se pertenece y quien vigilará el muro para que se mantenga la pertenencia? Estoy seguro que el descanso y la meditación están en la vocación primaria de todos los sapiens, por lo que me atrevo a sospechar que la repartición de tareas no será aceptada en forma pacífica. Y otra pregunta final, tratando de ser coherente con el planteamiento que hice antes: ¿de dónde saldrá la energía necesaria para poner a funcionar la utopía cuando se nos acabe el petróleo?

Sabiendo lo que sabemos hoy día, las ciencias administrativas tienen que hacer un esfuerzo por categorizar (y darles fuerza visible) al valor de las fuentes de los recursos, de la carga de los desechos y de los balances de energía, e incluirlos a todos como parte esencial de cualquier sistema de producción, sin importar siquiera bajo qué modelo económico o político nos encaminemos. El objetivo principal de todo ejercicio de producción, incluyendo a la vida misma, debería ser preservar el planeta. Luego, como objetivos secundarios, la producción de bienes y servicios. No hacerlo en forma integral incrementa los pasivos hacia las generaciones futuras, de todo tipo. Obviarlo, no elimina el problema. Hacernos los locos, no evita que llegue el colapso. Es sólo cuestión de tiempo.

Si bien las precisiones son buenas para la definiciones, las acciones son mejores para los resultados.


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