Capitalismo, Comunismo y Socialismo, enfermedades tropicales

En los tiempos de las redes sociales, los que a diario obligan a leer tuits de cien amigos y a los amigos en cien grupos de guasap, la lectoescritura efímera y la superficialidad con cualquier tema es prácticamente la regla. Inclusive, la intención o el deseo de profundizar en cualquier cosa también se vuelve inalcanzable. Las redes nos secuestran el intelecto y no dejan mucho tiempo libre para leer o escribir algo sustancial. Si ni siquiera leemos, menos analizamos. Nuestros “puntos de vista”, nuestras “opiniones” y nuestras “fuentes confiables” usualmente terminan siendo un pastel crudo de personajes y mensajes, donde resaltan sólo palabras que, aún sin saber qué significan, resuenan en nuestra psique como amenazas sembradas; y en base a eso, nos posicionamos. El picao’e culebra, cuando ve un bejuco, brinca. La mayoría de las veces, ni siquiera sabemos qué enfermedad es la que nos amenaza y cuál o qué nos enferma de verdad. A ver si puedo buscar una explicación a lo que significan los nombres de las enfermedades que mencioné en el título; y de paso lo comparto.

Comencemos por la primera enfermedad: el Capitalismo, la doctrina más linda que existe y la que nos ha dado el bienestar que tenemos. Que tú estés leyendo lo que escribo significa que has sido beneficiado por el capitalismo. Tres mil quinientos millones de personas ni siquiera tienen luz, no les han llegado las bondades del capitalismo y sin embargo, aunque resulte difícil comprenderlo, posiblemente conozcan mejor que tú y yo sus miserias, ya que en buena parte son los esclavos miserables que en masa y a gran escala soportan la producción que algunos creen se originó con el capitalismo. Seguramente tú también eres esclavo del capitalismo y no lo sabías. Según Marx, si tienes suficientes posesiones para llevar una vida sin trabajar, aunque no tanto como para explotar a alguien, entonces eres de clase media. Si no puedes pasarte la vida entera de vacaciones, lamento informarte que oficialmente eres un trabajador arrastrado, simplemente que estás en una escala diferente a los que ni siquiera tienen luz. Pero eres lumpen; ubícate. El sociólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen sostiene en la quinta de sus "Siete tesis equivocadas sobre América Latina", que la Clase Media es sólo el agrupamiento estadístico de una escala económica. Ubícate más.

El Capitalismo es la ideología de la libertad, se fundamenta en un equilibrio entre la oferta y la demanda. Todos participan libremente en un mercado donde los productores ofrecen bienes para satisfacer aquello que los consumidores demandan y ser así felices. Es libre porque nadie más interviene en ese equilibrio, sólo los oferentes y los demandantes. El Estado estorba, según. Funciona en un solo sentido: si algo se demanda, alguien lo producirá. Si algo tiene un valor, alguien lo explotará. Si todos producen algo, el ciclo sería virtuoso, porque todos tendrían siempre algo que ofrecer para obtener la riqueza, con la que podrían demandar. Pero no todos producen cosas, algunos participan en actividades como pintar paredes, policías, cocineros, vendedores, profesores, etc. y así su riqueza depende de un sueldo, no tanto de un mercado. Claro, alguien argumentaría que los servicios también son productos. En estas condiciones y según esa lógica, los profesores que forman a los médicos nunca ganarían menos que estos. Por pura lógica aritmética.

Ahora veamos a los mercados, el templo de la ideología capitalista. Son espacios donde nadie más que el consumidor decide a cual productor comprar. No existen los monopolios ni la sugestión publicitaria; tampoco existe la posibilidad de que algún productor pueda influenciar el precio de un producto, así comparta el mercado con quienes producen una centésima de su oferta; o que puedan sobornar a quien haga falta para eliminar del mercado a quienes perturben el negocio; o que hagan toda clase de trampas para mejorar sus ganancias. No conozco ninguna compañía que haya hecho algo semejante, pero la posibilidad existe. Por otro lado, las producciones a gran escala son una maravilla, reducen los costos, aumentan las utilidades y permiten ser más competitivos, de forma que los consumidores te prefieren porque vendes más barato. Con una buena ubicación planetaria puedes explotar a una parte de esos 3.500 millones de muertos de hambre; y si no hay ganancias, los puedes dejar guindando otra vez, son esclavos desechables. Los beneficios económicos son enormes, tanto que Oxfam dice que el 1% de la población, los capitalistas más hábiles, duplican la riqueza del 99% restante del planeta, donde estamos tú y yo. Y si esa producción tan grande satura el mercado y las ganancias ya no crecen tanto, pues creas nuevos mercados, así sea a punta de bombas, porque el sistema que nos han dicho que es súper eficiente no rinde tantos beneficios si no se expande y por eso está obligado a crecer. Tampoco conozco gente o países que hayan hecho cosas tan feas, pero igual existe la posibilidad. En todo caso, la enorme productividad del sistema capitalista, esa que no se puede detener, junto al tremendo bienestar que asegura ha logrado, provienen exclusivamente de una mano invisible. Esa mano no tiene nada que ver con el gigantesco subsidio energético que proporcionan los hidrocarburos fósiles, que corren con el 85% de la energía que se consume en el mundo y representan más del 60% de las transacciones financieras. No conozco un sistema económico que supere la productividad que vemos con el Capitalismo, aunque no me dejen ni revisar otros modelos, pero siempre puede uno soñar que hasta con un conuco y a punta de trueque, con un subsidio energético de ese tamaño, cualquiera puede lograr lo mismo y hasta muchísimo más. Por ejemplo, el modo de producción solidario es una tendencia que está demostrando ser mucho más eficiente, incluso que uno socialista (Ver Economía Solidaria).

A las bombas que se lanzan para conquistar mercados nunca se les ve la etiqueta del Capitalismo. Quizás haya algunos eventos que se recuerdan en la historia como esfuerzos para recuperar la democracia y la libertad, cuando algunos locos no la respetan. La primera y la segunda guerra mundial, casi todas las del Siglo XX y ahora las del XXI fueron peleas por estos conceptos capitalistas. De hecho, quien le puso el parao a las locuras imperialistas de Hitler, un extremista de derecha, fueron los comunistas rusos, no los capitalistas gringos, quienes sólo llegaron a tomarse la foto en la meta después que los rusos pusieron la vida de más 25 millones de camaradas. Por cierto, no entiendo por qué a los de derecha también se les llama conservadores, porque es una palabra que suena contraria a liberal. Por contradicción semántica, los conservadores de derecha no deberían ser los promotores del neoliberalismo. Pero es así. De hecho, la izquierda se origina dentro de un ambiente de ideología liberal. Cosas raras, ¿no?

Más allá y siguiendo con las contradicciones, el supuesto campeón y promotor de las libertades en el mundo, los Estados Unidos, resulta que es uno de los Estados más protectores y sinvergüenzas que existe en la Tierra, proclamando y exigiendo a los demás libertades económicas que ellos mismos no respetan y tapando los desmanes de sus empresas capitalistas: capitalizando las ganancias y socializando las pérdidas, dicen. Generan una deuda pública impagable para subsidiar un sistema económico que está fracasado, y no al contrario, como nos quieren hacer creer que son los de la otra acera. Por ejemplo, en la crisis financiera del 2008, su Gobierno pagó con fondos públicos los desmanes financieros de una cuerda de banqueros ladrones que se sienten orgullosos como capitalistas. Es decir, para tapar el desastre del capitalismo, le metieron el socialismo de la deuda al pueblo estadounidense.

En esa peleadera mundial, hasta ahora yo creía que los Comunistas eran los únicos que han hecho guerras, han matado y han torturado gente, mientras que los Capitalistas han sido unos santos que sólo se han dedicado a promover la libertad y la democracia. Hay un par de libros de recopilación que los ponen cabeza a cabeza en estas lides, contabilizando las atrocidades de cada uno. Habrá que leerlos para sacar una conclusión por cuenta propia, aunque ninguno de los dos sale ileso. Son estos: El Libro Negro del Comunismo; y su respuesta, El Libro Negro de Capitalismo. Los dos están en la red, se pueden bajar. Ah, y no es que las atrocidades son culpa de los sistemas económicos, Capitalismo o Comunismo, para nada, sino que a los imperialistas les gusta usar esas banderas para tapar el desastre cuando pisan a los demás y echarle la culpa al otro. No nos confundamos. Si utilizaran el calificativo correcto para lo que hacen: "imperialismo", entonces les salpicaría a ellos mismos; es como una autoprotección semántica.

Hablemos ahora del Socialismo, les cuento que es la enfermedad más fea del mundo, quizás superada sólo por el Comunismo. Resulta que el Comunismo pudiera ser algo así como el "llegadero" del Socialismo, porque cuando por la vía del Socialismo se logra alcanzar un determinado estadio de equidad social, entonces no existirían las clases sociales y todos terminamos en una ubicación social “común”. Por ninguna parte ni en ningún libro, al menos de los que he leído, dice que bajo esa fórmula la forma de pensar es común, es decir, que todos estarían obligados a pensar igual y se castigaría la disidencia (lo que sí hicieron los capitalistas gringos con el macartismo); o que todos tienen el mismo sueldo y las mismas ideas (como sí hacen las maquilas capitalistas que están regadas por todo el mundo); tampoco he leído que le quitan a los que tienen para darle a los que no tienen, como hacía Robin Hood en el Reino Unido, donde nació Adam Smith; ni que todo es aburrido, o que todos se nivelan o se hacen comunes en la pobreza, como repite Oxfam que sí lo han logrado los capitalistas. Nada de eso es cierto, parece pura propaganda basura de los capitalistas para asustar a la gente. Entiendo al Comunismo más como un estadio de equilibrio social en el que nadie explota a nadie y cada quien tiene las riquezas que decide tener, según el esfuerzo que haga: "De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades". Entiendo al Socialismo más como un proceso continuo que busca la equidad y la sostenibilidad: "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su esfuerzo", y no como muchos lo interpretan, que todo debe ser gratis, pagado por el Estado. En ninguna parte del manual dice que nos podemos arrecostar de alguien, como parásitos, o que no existe la competencia; o que no hay pobreza ni indigencia; o que no haya alguien que pueda acumular muchos bienes. Mucha gente piensa que en el Socialismo, todos debemos ser unos muertos de hambre y arrastrados, y que nadie crece en función de su esfuerzo propio, sino chupando al Estado o quitándoselo a los demás. Creo que una diferencia fundamental del Socialismo respecto al Capitalismo es que en el primero, el principal medio de retribución por un esfuerzo personal no es el dinero, sino la satisfacción de necesidades. Un hecho que ni siquiera es altruísta en esencia, pero al menos no atiende a la acumulación sistemática de capitales ni al individualismo atroz que promueve el otro sistema. En el Socialismo, la riqueza colectiva es el valor intangible de una necesidad satisfecha; mientras que no lo es la acumulación individual de signos monetario que atesora el Capitalismo.

Todo ese cuento de que la dictadura del proletariado te va a pasar por encima y que los comunistas no tienen alma, o que se comen a los niños, son interpretaciones que, aceptarlas a estas alturas del Siglo XXI parece injustificable. No entiendo cómo todavía, en lo que algunos sociólogos consideran es ya la posmodernidad, todavía se difundan y se acepten designios místicos como explicaciones válidas para combatir y enjaular la diversidad de la mente humana. Es difícil aceptar que sigan siendo los mismos mecanismos que en la Edad Media se utilizaban para infundir terror en la población y reunir a los fieles (controlar el rebaño) bajo el supuesto manto protector de Dios y la Iglesia. De esa Iglesia que estaba ya controlada por verdaderos diablos, como los que condenaron a Galileo y andaban quemando gente en la Inquisición y Las Cruzadas. Hasta el Papa, con siete siglos de retraso, ha pedido perdón por esas loqueras. Aunque todavía falta que sigan pidiendo más perdón por las andanzas capitalistas más recientes, junto a la CIA, esas que salen en el Libro Negro del Vaticano. Búscalo, también está la web. Lo que sí ocurriría al llegar al Comunismo, al verdadero, se supone que la gente ya no creería más en esos cuentos de la religión, y no como dicen que es que van a buscar hasta debajo de la almohada para condenarte si te encuentran un rosario. Una vez que la gente tome el control de sus opciones de vida y no se deje esclavizar, ni física ni mentalmente, entonces habrá concluido esa dictadura tan temida, que no es otra cosa que el proceso de toma de consciencia y “empoderamiento”, como lo llaman ahora, del orden social y político de cada ser humano. Que no sean los intereses de una élite, escondidos detrás de lo divino, quienes decidan sobre la vida de millones. Los capitalistas lanzan esas consignas de miedo para evitar que la liberación ocurra; y funciona, pregúntale a cualquier religioso a ver qué te dice sobre el comunismo.

De hecho, según lo que entiendo, en el mundo no existe ni ha existido nunca el Comunismo. Quizás existió, hace mucho tiempo cuando éramos salvajes y no como los civilizados que somos ahora. Lo que han habido son experiencias aisladas y pequeñas de sociedades orientadas al Socialismo que han intentado resolver sus contradicciones, la mayoría de las veces por la fuerza, unas más irracionales que otras y algunas dirigidas por unos más locos que otros. Pero no han progresado, no se han consolidado. Los rusos, por ejemplo, terminaron su experimento igual de imperialistas que los gringos. Y los chinos, que se tiran los derechos de propiedad intelectual alegando que son propiedad de la humanidad, terminan esclavizando a su población para enriquecer asquerosamente la humanidad de unos pocos empresarios. Muchas cosas admiro de esos países, pero al final todos se ven iguales.

Concluyendo, después de estas aclaratorias y viendo cómo se mueve el billete en el mundo, creo que no simpatizo con ninguna de las enfermedades, porque ambas: Capitalismo y Socialismo, con todas sus loqueras, sus aciertos y sus desaciertos, apuntan al incremento del bienestar de la humanidad y lo hacen sólo por la vía del crecimiento, la producción y de la satisfacción de necesidades; no hay sacrificios ni autorregulación por ningún lado en estas ideologías. Es posible que si no acarrearan tantas distorsiones, de repente cualquiera de ellas funcionaría. Pero ninguna parece pararle bolas al bienestar del resto del planeta, ni a las necesidades del resto de las especies con las que compartimos la biósfera y que necesitamos para mantener el equilibrio vital.

Definitivamente, si me tocara autodefinirme ideológicamente pudiera ubicarme de entrada como republicanista, comunitarista; definitivamente anticapitalista y además antiimperialista (algo redundante en el fondo porque estas dos últimas tendencias parecen estar inevitablemente ligadas en la praxis, en el mejor de los casos). El ansia inherente del control sobre los mercados y los recursos, la ambición desmedida, el liberalismo económico, la preeminencia de lo económico junto al desbalance natural de la fuerza relativa entre los productores, conducen al conflicto y al inevitable imperio de los vencedores. Y en esa mierda de espiral progresiva, creciente e infinita que arrasa con cualquier cosa, los imperialistas nos tienen a todos al borde de un holocausto nuclear; entre otras tantas miserias. La ideología primitiva que nos rige desde el hipotálamo: la evolucionista (la supervivencia del más apto), nos ha vuelto seres irracionales caminando descontroladamente hacia un desastre ecológico. Sin importar el modelo en que creamos, hacemos lo imposible por convencer al resto de que el nuestro es el mejor y cualquier otro es el peor; y nos ponemos creativos y hasta estúpidos en el forcejeo. Ahí nos quedamos dando vueltas, echándole la culpa al otro y metiéndole candela a la pradera. Creo que estamos condenados al colapso.

Sin embargo, y para no dejar el reguero sin una salida, analizo una propuesta que me gusta por lo simple, me parece que tiene suficientes elementos con los que se podría lograr un equilibrio justo y perdurable: a muy largo plazo, a punta de inteligencia y de discusiones permanentes entre todos los que busquen ese destino común; sin imposiciones unilaterales. La propuesta y su análisis están descritas al final de un ensayo que escribí para una revista. Pero ten cuidado, tiene en su título y en el texto ideas con algunas de esas palabras virulentas que te pueden enfermar, como las del título de este escrito.

Se llama ¿Qué será el Socialismo del Siglo XXI?. Léelo y compártelo.

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