Y dale con los paradigmas económicos

Los artículos de Pasqualina Curcio (y también sus libros) son una excelente referencia numérica para demostrar, con los pelos en la mano, cómo nos han explotado históricamente a los venezolanos asalariados: quiénes y en qué forma se han apropiado de la riqueza de nuestro país; cuán desigual fue y sigue siendo la repartición de esa riqueza que ha entrado y cómo ni cuenta nos hemos dado de la danza de millones que pasaron por nuestras narices. Estábamos distraídos en la rumba de la democracia puntofijista.

Pero una cosa es cómo la burguesía nacional y la extranjera se han apropiado de la renta petrolera y otra muy diferente es cómo se ha repartido la riqueza producida en el país. Una cosa es la riqueza que ha entrado al país y otra muy diferente es la riqueza que se ha producido en el país. Antes entraba un chorrerón de dólares, mucha riqueza, y la gran mayoría de ellos terminaba en manos tanto de las corporaciones extranjeras (mucho), como en manos de los explotadores locales (menos); el repele nos quedaba a los asalariados. Ese chorrerón de dólares que entraba nunca se ha producido en el país, no existe proceso alguno de transformación por el cual se haya generado esa riqueza. La riqueza es el petróleo mismo, y los dólares aparecen cuando éste se intercambia en el mercado. No es lo mismo dinero que riqueza, el dinero es apenas un medio de intercambio que culturalmente se utiliza para equilibrar esfuerzos de transformación al producir mercancías. Lo que está en el fondo de ese equilibrio es la energía que se emplea para transformar recursos en mercancías. Por esa razón, quienes no saben de economía pero sí saben de esfuerzos productivos, no se calan que quienes manejan las políticas monetarias impongan sus medios de intercambio por encima de sus esfuerzos transformadores. Pero ese es otro tema que trato de explicar AQUI con más detalles.

Por ejemplo, los trabajadores petroleros creen que ellos producen esa riqueza y no es así, sólo hacen el trabajo de la minería así como yo doy clases en una universidad, y el complemento de las dos actividades: formación y trabajo, es lo que produce riquezas y hace grande a un país. Si vendiéramos como mercancía al montón de profesionales que bien formamos en las universidades nacionales quizás tendríamos más riquezas que vendiendo el petróleo. De hecho, eso es lo que ahora llaman la sociedad del conocimiento. Es tan cierto esto que nuestra industria petrolera está en el suelo en buena parte porque los trabajadores bien formados no alcanzan para la faena. Otra razón es que históricamente los salarios de los trabajadores petroleros se llevan por los cachos a los salarios de los trabajadores universitarios, y por eso en las universidades tampoco alcanzan los trabajadores bien formados para hacer la faena de la minería intelectual. Ambas faenas son indispensables y complementarias para crear riqueza y se deberían compensar por igual. Cuando operan mano a mano, generando conocimientos una y desarrollando tecnología la otra, pues ni te cuento dónde estaríamos.

Volviendo al tema original, una buena parte de los pocos dólares que dejaban las transnacionales se utilizaba para mantener a flote los negocios ineficientes de los explotadores locales, gente que se exhibía públicamente como “empresarios" o "industriales”, aunque realmente lo que hacían era recibir tremendos subsidios y prebendas de importación, negociados y pagados con los dólares en manos del Gobierno, para meter productos en bolsas y venderlos como “Hecho en Venezuela”. Pasqualina le pone números a todo eso y uno agarra tremenda arrechera, porque queda en blanco y negro el juego del que ni siquiera nos enterábamos cuando éramos felices y no lo sabíamos.

La burguesía extranjera y la nacional pagaban a sus asalariados sueldos de miseria que acordaban entre sindicatos y patronos, alcahueteados por el Gobierno claro, y vendían las mercancías a precios de guerra económica. Como todavía goteaba bastante dinero en la calle, pues siempre había gente que podía comprar; y quienes más tenían se iban a Miami. Cosa rara que al llegar allá se daban cuenta que los peroles costaban la mitad o menos de lo que costaban en Venezuela, y de ahí nació el "Ta’barato, dame dos". La liquidez en la calle permitía pagar aquí precios al doble del costo allá ¿cuánta gente se hizo rica vendiendo espejitos porque había billete petrolero en la calle para comprarlos? Y muchos de esos vendespejitos son los que dicen ahora que su fortuna la hicieron trabajando duro, "empresarios" y "comerciantes". La liquidez de entonces venía de la riqueza que goteaba del chorrerón de dólares por la venta del petróleo. Lo que llaman "capturar la renta del petróleo" es lo que hacen los comerciantes cuando venden muy por encima del precio del mercado, del precio al que compran las mercancías, porque gracias a que hay un excedente petrolero siempre habrá quien compre y ellos lo capturan.

Pero, de toda esa riqueza que había ¿cuánto se producía dentro el país? Un coño. Pasqualina y muchos otros economistas serios también han sacado esos números y nos han mostrado la comparación porcentual de la pálida riqueza que históricamente se ha producido puertas adentro, a pesar del enorme subsidio por transferencia de recursos que se ha hecho desde el Estado (entiéndase: desde los bolsillos de todos los venezolanos), durante más de 60 años. Sin embargo, cuando hablamos en términos porcentuales y no en términos absolutos, los números nos pueden confundir un poco.

Muchas cosas sucedieron en los últimos 22 años que cambiaron nuestra disponibilidad de recursos y nos permitieron hasta hace unos años vivir con una relativa comodidad (aunque algunos lo nieguen). La más importante de todas fue que el chorrerón de dólares que antes se llevaban intactos las transnacionales se convirtió, después de Chávez, en un redireccionamiento de los recursos financieros hacia una inversión local que dinamizó la economía puertas adentro. Eso no es Socialismo ni nada que se le parezca, sino simplemente una redistribución más equitativa de la riqueza que entraba, una política más orientada hacia el beneficio social igualita a la que propugna la socialdemocracia de la cuarta. Sin embargo, no fue que nuestros “empresarios" o "industriales” se pusieron a producir en masa aprovechando el impulso del consumo, que hubiera sido lo más deseado y hasta lo esperado, sino que se pusieron a revender disfrazado lo que las mismas transnacionales producían y ellos seguían importando con dólares baratos. Terminaban igual llevándose al final la renta petrolera, pero al menos los dólares pasaban por la maquinaria interna del comercio lubricando la economía local. Había real en la calle, se veía la actividad económica y la producción. Mentira, lo que había era importación y comercio parejo, con dólares subsidiados, y cuando se acabó el chorrerón, pues se acabó la lubricación y nos quedó la arena.

Lo que sucede ahora es que la poca riqueza que ineficientemente (por obsolescencia tecnológica y mala gestión) producen los productores locales es toda la riqueza que hay para repartir desde un PIB nacional que ya no tiene los valores que antes levantaba el petróleo. Este PIB deprimido de referencia actual, producido a duras penas por los locales (gracias al bloqueo), es la referencia contra la que se comparan porcentualmente los niveles de ingreso en la actualidad. Es decir, antes, los asalariados del Estado recibíamos más dinero porque además de la poca riqueza generada localmente, estaba la enorme riqueza añadida por la venta del petróleo y eso nos goteaba hasta el bolsillo. La burguesía entonces recibía dividendos fáciles por su producción ineficiente, junto a otros dividendos más fáciles por los subsidios petroleros y la captura de la renta. Hasta podían pagar más impuestos (IVA) porque recibían más dinero de nuestros bolsillos asalariados.

En este momento contamos sólo con la pequeña riqueza producida localmente y esa es la que conforma en su mayoría al PIB actual. Antes, todos vivíamos (y parasitábamos) del componente petrolero del PIB, mientras que ahora todos vivimos sólo del componente local del PIB. Y los productores pensarán: ¿por qué tengo que repartir la escasa riqueza que produzco, a partir de mi trabajo transformador, con el resto de la economía? ¿por qué tengo que vender barato, a pérdida? ¿por qué tengo que arrastrar como productor la carga de un Estado sobredimensionado e ineficiente, igual que yo? Yo le pago el sueldo a mis trabajadores en función de mis ganancias, y que el Estado arree con sus asalariados. Por eso es que la diferencia entre los asalariados del Estado y los asalariados de los productores cada vez se hace más grande, y eso es lo que también emerge del análisis que Pasqualina hace. Ahora la burguesía local sólo recibe dividendos a partir de su propia producción, aunque sea ineficiente, porque la captura de la renta petrolera se les acabó.

Y también ahora es cuando estamos entendiendo, con sangre, sudor y lágrimas (y arena gruesa), que a eso que le decimos trabajo no se llama así, sino que por definición es un empleo. Trabajamos sólo si transformamos algo. En un empleo no necesariamente transformamos, aunque sí cobramos un salario y por eso somos asalariados. La mayoría de quienes dependemos del Estado somos asalariados, empleados, no transformamos nada (no producimos riquezas), aunque nuestra labor conjunta es complementaria e indispensable para la producción. Antes, nuestros salarios los pagaba la renta petrolera, y ahora ¿pretendemos que nos lo paguen los productores, a cuenta de su trabajo? Y una pregunta a esos supuestos productores capitalistas locales: ¿cuándo van a comenzar a reinvertir las ganancias dentro del país, en lugar de sacarlas? ¿cuándo va a ser verdaderos capitalistas, en lugar de chulos cazarenta?

Esta situación económica en la que estamos en el 2021 es muy compleja, es un despertar traumático junto a una extraordinaria oportunidad con la que pudiéramos finalmente comenzar a crecer como nación. Sin embargo, el conflicto no se resuelve ni con fórmulas mágicas, ni con promesas electoreras, ni con insultos ni con descalificaciones. Estamos obligados a escucharnos y a discutir el tema, pero sincerando nuestra realidad.


Comentarios

  1. Saludos. Tan solo una acotación actúa análisis. Los comerciantes agregan valor a las mercancías que comercialización de, y esto viene dado por el nivel de organización y de TRANSPORTE hacia aquellos sitios apartados de la geografía. Ahí se da ese fenómeno. Por supuesto, mientras más cerca estés del nicho de producción de la mercancía, este valor de agregacion
    será menor.

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  2. El transporte tiene un valor agregado, sin duda, pero resalto dos cosas: en Venezuela, los transportistas tienen un margen de ganancia muy superior al de los productores, algo que no tiene mucha lógica; y, producir lo más cerca del sitio de consumo es lo ideal, eliminar la necesidad del transporte, hacia eso debemos apuntar.

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