Cómo acabar con el problema económico de Venezuela en una semana


Aquí todo el mundo cree que meter al Petro en la nómina del Estado es la solución mágica para volvernos saudíes de nuevo, de la noche a la mañana. Las tesis con soluciones como la indexación de sueldos, la dolarización, el incremento de la masa monetaria, el control de precios, el anclaje monetario, las criptomonedas y otras más llueven por las redes. Unas propuestas que no me convencen y de las que haré mi propio ejercicio de autoexplicación personal compartido.

Ya he escrito mi opinión sobre las criptomonedas y el Petro, las aristas de la reconversión monetaria, los detalles sobre de dónde salen las reservas, cómo veo la economía de mi país y de dónde creo que sale mi sueldo. Pero pienso que me hace falta una precisión más sobre el sentido de los anclajes y las reservas de valor, sobre todo por mis dudas, tanto acerca de las supuestas bondades de una indexación de sueldos, cuestión propuesta desde una esquina, como de la maravillosa e inevitable dolarización que anuncian desde la otra. En el discurso público hay un montón de culpables por lo desigual de la repartición de la riqueza y otro montón de epítetos alegres sin mucha base conceptual que inundan las discusiones, malas prácticas todas que terminan estigmatizando a quien no tiene la culpa o exculpando a quien sí la tiene. Prefiero aislarme y meterle mi propia lógica al tema, a ver si encuentro un terreno menos movedizo. Intentaré no descalificar la verdad de nadie, sino valorar la mía. Voy con todo.

Una reserva de valor es algo tangible que puede ser intercambiado o invocado en un reclamo. Digamos que un pana me ofrece un sancocho para el próximo sábado, y yo, contando con eso, me gasto los reales del almuerzo comprando una chiva para el carro. Mi decisión se basa en la confianza que tengo en que mañana comeré completo por cuenta del pana y que podré entonces disponer hoy del dinero para esa compra pendiente. Es decir, si llego el sábado con los cuatro cauchos en el carro y no hay sancocho, mínimo tengo todo el derecho a arrecharme, porque la reserva de valor que me habían ofrecido no existe, y como tampoco tengo reservas, pues me tocará pasar hambre y además pierdo la confianza. Venezuela tenía su sancocho listo, y vino alguien a tumbar la olla.

En mi autoexplicación sobre el soporte tangible asociado al Petro argumenté que este respaldo provenía de los activos contenidos en las reservas de la Faja Petrolífera del Orinoco, un enorme yacimiento del energético más preciado del planeta; esa es una gran reserva de valor. Sin embargo, no debemos confundir la gran diferencia en el modo de respaldo que ostenta el Petro y el de las monedas convencionales, porque puede resultar también en una gran debilidad para la estabilidad de nuestro Petro. El mecanismo de anclaje de monedas a materias primas (commodities), como el uso del patrón oro, por ejemplo, funciona sólo cuando el oro o la materia prima está ya almacenada en una bóveda, no cuando está en un yacimiento. Es como si me pusiera a hacer planes con el oro que me voy a encontrar en Marte, o préstame y te pago cuando cobre una deuda que tengo. El tenedor de la moneda confía en su uso sólo porque reconoce un respaldo físico existente y real (por alguna razón los chinos y los rusos están almacenando oro en sus bancos centrales). La gran diferencia está en que cuando utilizamos un barril de petróleo como anclaje para el Petro no podemos pretender que el tenedor acepte que el respaldo de su forma de pago se refiera a un barril allá abajo en el yacimiento, sino que sea a uno que ya debe estar almacenado en un tanque (como en una bóveda para el oro) listo para montarlo en un barco y llevármelo. Es decir, la solidez del respaldo que tiene un Petro depende completamente de la solidez que tengan el ritmo y la continuidad de producción de nuestro petróleo, no en el eventual valor del yacimiento.

¿Por qué del ritmo y no de la reserva? No es lo mismo resguardar en una bóveda una tonelada de oro, valorada en unos $2.000 millones de dólares y que ocupa un volumen de unos tres cuñetes de pintura, que almacenar el volumen de su equivalente de valor en petróleo, unos 40 millones de barriles, que ocuparían unos 20 Very Large Crude Carrier, esos tanqueros enormes, los más grandes de la actualidad. No tiene sentido almacenar petróleo como una reserva de valor, no se puede resguardar en grandes cantidades de valor como sí se puede hacer con el oro, porque ocupa muchísimo más espacio. La densidad de valor del oro es considerablemente mayor a la del petróleo. Debido a esta razón, el equivalente a almacenar petróleo como se almacenaría oro en una bóveda es mantener la continuidad y el ritmo de su producción. Mientras salga petróleo fijo por un tubo, habrá reserva de valor. Si la producción se termina, se acaba el valor de la reserva, así tengas el yacimiento o los tanques llenos. Es como las acciones de las compañías, su valor en la Bolsa de Valores se mantiene mientras sigan activas y produciendo utilidades. Una vez que dejan de hacerlo o baja su rentabilidad, las acciones se “desploman” y pueden llegar a valer hasta menos de lo que valen sus activos.

Resumiendo: así como el oro en bóvedas es un respaldo para anclar el valor de una moneda, el respaldo para el valor del Petro es la producción continua de nuestro petróleo. Si nuestra producción de petróleo cae, entonces el valor del Petro también cae. Si la producción de oro en el mundo cae, el precio del oro que ya está en nuestras bóvedas sube, por escaso. Lamentablemente no podemos hacer lo mismo con el petróleo, porque ocupa muchísimo más espacio.

Por supuesto que al estar nuestra producción petrolera en el suelo, por las razones que sean, no sólo no recibimos divisas para importar insumos indispensables, sino que además perdemos la reserva de valor que está anclada al Petro y se pierde la confianza como medio de intercambio. Amarrar el Petro al Bolívar y decretar fija su convertibilidad es hundirlos a los dos. Sería como dolarizar los salarios pero con Petros, es una estupidez tan grande que quizás ni funcione como propaganda de Reina de Carnaval, porque de algún lado tendrían que salir los Dólares/Petros para cubrir los sueldos, y mientras no tengamos entradas de divisas será una pérdida de recursos y de tiempo. Es como si el hijo le exija a su padre asalariado que la mesada se la dé en Dólares, porque los Bolívares ya no le alcanzan.

Y entonces caemos en la otra fórmula mágica: la indexación de los salarios (otra quimera).

Muchos dicen que este Gobierno lo que anda es repartiendo bonos de puro real inorgánico, que no tenemos reservas para justificar las emisiones de circulante. Pero no dicen o no saben, o se hacen los pendejos, que ese dinero extra que se reparte proviene del continuo recálculo en la tasa de cambio por Bolívares, cambiados desde los pocos Dólares que aún tenemos o recibimos. Es decir, el referente de dólar mágico que arrastra toda nuestra economía también arrastra al dólar oficial, y al tener el BCV los mismos Dólares en custodia, pero con una tasa mayor, se pueden obtener más Bolívares con el nuevo cambio. Este excedente se devuelve por el portal Patria para compensar en algo a Pablo Pueblo, por la devaluación inducida. No es que se está repartiendo real, lo que se hace es medio compensar la pérdida del valor de los Bolívares de un sueldo que ya nos dieron, a través de bonos no salariales. El único problema es que el dólar mágico sube un 20-30% semanal mientras la masa monetaria sube sólo un 10% y como resultado, en términos absolutos, el circulante y nuestra capacidad de compra cada vez se han venido reduciendo más. Pasqualina Curcio ha explicado que esta es una forma bizarra de reducir la hiperinflación, por la contracción de la demanda, uno entre varios métodos que están en la mesa.

Luego viene la justificación de que si los salarios estuvieran indexados al Dólar, pues cualquier variación en la tasa de cambio, automáticamente se vería reflejada en un aumento del sueldo, según la propuesta, estableciendo el sueldo en base al Petro y su valor en Dólares. Pues parte de esa idea ya la ha estado aplicando el Gobierno y fue lo que expliqué en el párrafo anterior, una indexación, que por vía de bonos compensa (ojalá fuera más) las devaluaciones por variación en la tasa de cambio. Pero sólo por vía de bonos, ni de vaina pudiera hacerlo por la vía del salario porque caeríamos en otro problema: no tiene recursos para hacerlo. Los asalariados podemos patalear lo que sea, simplemente no hay suficientes ingresos en la Tesorería Nacional como para cubrir semejante compromiso (antes lo hacía la renta petrolera que todos capturábamos). Hacer esa indexación y bautizarla petrolización o dolarización sería la misma torta: no se puede costear desde el Estado.

Varias empresas privadas, grandes y medianas, ya tienen más o menos indexados los salarios de sus trabajadores al Dólar, lo han hecho como única forma de conservar la poca mano de obra especializada o entrenada que aún queda disponible, y porque los ingresos que reciben de sus ejercicios económicos producen suficientes recursos para hacerlo (hasta los mecánicos y jardineros cobran en Dólares). Si se indexan los salarios de la Administración Pública, que no tiene los recursos para financiarlo, inevitablemente se produciría tremenda devaluación por una verdadera emisión inorgánica que arrastraría al resto de la economía hacia una hiper-hiper inflación (si es que existe el término). Sería una locura. Es preferible dejar que la empresa privada encuentre su propio equilibrio, mientras que el Gobierno se ocupa de estimular la producción y mejorar la recaudación fiscal. Es muy ligero pensar que como “todo” está dolarizado, pues sólo falta hacerlo oficial. Nuestra economía no está un coño dolarizada, lo que hay es un montón de Dólares circulando y da hasta pena pagar con Bolívares, pero los costos de los servicios, los salarios, las pensiones, los créditos, nada de eso está dolarizado. Dolarizado estaría si todos cobráramos un sueldo en Dólares y pagáramos todo en Dólares.

Hay mucho ruido en el aire, mucho uso indiscriminado de etiquetas y muchas explicaciones superficiales a lo que está pasando, y, sobre todo, montones de soluciones definitivas y sencillísimas para acabar con la peladera en una semana o menos. Todos pueden hablar la paja que quieran, pues yo también hago mi parte.

Comentarios

  1. Muy bueno, Julio. La verdad es que estaremos entrampados mientras ese dólar lo manejen los dueños de las páginas web a su antojo.

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  2. Gracias por compatir tus ideas. Un abrazo. :)

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